Kim Barnes partner internacional de CDO HR. CEO, Barnes & Conti Associates, Inc. and Book Author at BK Publishing, Wiley, ATD Press
Cuando era niña, había una terrible enfermedad circulando. Letreros amarillos de cuarentena aparecieron en las puertas de mi vecindario. Una niña vecina a la que conocí murió de la enfermedad: fue la primera persona que realmente conocí que había muerto por cualquier causa. La enfermedad era polio y crecí antes de que la primera vacuna contra la polio estuviera disponible. Era verano en Minnesota (caluroso, húmedo y sin aire acondicionado, excepto en los cines) y no se nos permitía salir al aire libre. Solo puedo imaginar lo que ese verano debe haber sido para las mamás, y lo que habría sido en aquellos días. Algunas semanas después de que comenzara la epidemia, la estación de radio de la universidad local, KUOM, comenzó a transmitir programas especiales para niños que estaban atrapados en casa. El que recuerdo con cariño se llamaba “Drawing to Music” y consistía en tocar música clásica mientras alentaba a los niños a dibujar lo que la música les hacía imaginar, para luego enviar sus dibujos a la estación, donde muchos de ellos recibieron premios. Este y otros programas interesantes ayudaron a que nosotros, y nuestras madres, pasáramos un verano difícil.
Hoy, tenemos muchas formas de entretener y distraernos a nosotros mismos y a nuestros hijos durante esta crisis, que nos mantiene a muchos en casa o al menos limitados en la extensión de nuestro movimiento en el mundo. Es perfectamente posible trabajar de manera efectiva desde casa, si tenemos la suerte de hacer el tipo de trabajo que se puede hacer de forma remota y tener las herramientas que pueden hacerlo realidad.
Aún así, para muchos, a esa experiencia le falta algo … contacto real con otros, chismes de oficina, chocar los cinco para celebrar, la broma, los pasteles de cumpleaños.
¿Qué me hace recordarlo siete décadas después? Quizás porque era algo especial y nuevo. No era una imitación de lo que había existido antes (que era jugar afuera y ser un espíritu libre). Fue un regalo, un poco de magia, una invitación a crear, una introducción a otra forma de pensar y ser.
Hoy, mientras nos acostumbramos a lo que esperamos sea un breve período de “distanciamiento físico”, no necesitamos tener “distanciamiento emocional” o “distanciamiento intelectual”. Tenemos la oportunidad de encontrar nuevas formas de conectarnos, crear, pensar juntos. Podemos diseñar un nuevo patio virtual donde se puedan desarrollar ideas y relaciones; Una sala de conciertos virtual y un museo donde podemos hacer y mostrar el trabajo de nuestra imaginación combinada. El símbolo chino de crisis, sabemos, está formado por los íconos de peligro y oportunidad. Como dijo el economista ganador del premio Nobel, Paul Romer, “una crisis es algo terrible sino se aprovecha”. Tomemos esto como un desafío, no sólo como una necesidad.